Siempreviva, la planta que coloniza la costa de Ferrol, Ares y Mugardos: «Nos preocupa la capacidad que tiene de expandirse»

ANA F. CUBAFERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD ·

Dos vecinos señalan la planta invasora en el lugar de O Pieiro, en Ferrol JOSE PARDO

El tecor Urogallo y la comunidad de montes Cha de Brión alertan de los perjuicios que ocasiona la «Helichrysum petiolare» y dos investigadores de la UDC estudian métodos para eliminarla

23 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La mancha creciente de Helichrysum petiolare se aprecia a través de Google Earth o del SIXPAC (sistema de información xeográfica de parcelas agrícolas). Esta planta arbustiva originaria de Sudáfrica ha colonizado ya amplias superficies de la costa de Ferrol, Ares o Mugardos. «Está por la zona de la ría desde el castillo de la Palma hasta Punta Segaño. No por todo, pero hay una zona central amplia», señala Francisco Santiago, presidente del tecor (territorio cinegéticamente ordenado, equivalente al antiguo coto de caza) Urogallo, de Ferrol. Asegura que en la margen ferrolana de la ría «se ha ido expandiendo desde el puerto exterior hacia las baterías militares, salvo donde bate mucho el mar, ahí no sale, se supone que por el salitre; hay mucha en Prioriño, algo también en Monteventoso y empieza a verse en el cabo Prior».

José Maseda, directivo de la comunidad de montes Cha de Brión, que gestiona 230 hectáreas de monte, asegura que «Liñares está plagado, de Brión cara a San Felipe, xa pola estrada, e no Pieiro; e por Doniños, pola vía que vai ao porto exterior xa hai bastante». «O problema é que pasa por encima e mata todo, ata o toxo. Non sabemos se hai algún animal que o coma, pero os cabalos non (temos 12 de raza do país en 30 hectáreas de terreo), pero o toxo si o comen. Hai moito monte abandonado arredor, é o malo», subraya.

Esta planta arbustiva originaria de Sudáfrica lleva ya unos 30 años en la zona JOSE PARDO

Francisco Santiago alerta de las consecuencias para el conejo de monte, «especie clave en el ecosistema, porque da alimento a muchos depredadores, y a medida que prolifera [el Helichrysum petiolare], se va reduciendo o desapareciendo. En zonas donde tenían las madrigueras ya no se pueden mover, y es una planta que no comen». «Ya no es un problema a nivel de caza, sino del medio ambiente, está acabando con el brezo», advierte.

Los comuneros de Cha de Brión lo combaten arrancándolo, pie a pie, «de raíz». «Pero como soe medrar no medio dos toxos, aí é moi difícil, probamos cos tractores, pero volve saír [...]. Pedimos permiso para queimalo e a Xunta déunolo, pero teñen que facelo os axentes forestais e este ano non se deu feito», indica Maseda.

Jaime Fagúndez y María Servia, docentes e investigadores de la UDC, en la costa de Dexo, donde monitorizan la planta

Jaime Fagúndez y María Servia, investigadores y docentes de la Facultade de Ciencias de la Universidade da Coruña (UDC), realizan un trabajo de monitorización y seguimiento para ver qué medidas son las más efectivas para controlar la expansión de esta especie invasora en la costa de Dexo, en Mera, gracias a la colaboración de la UDC y la refinería de Repsol.

«Estamos probando distintos sistemas de eliminación de la especie. Se hizo una experiencia con desbrozadora y también con arranque manual (con un grupo de voluntarios). Lo que nos falta son los resultados que nos permitan afirmar si realmente un sistema es más adecuado. Esperamos tenerlos en verano, al menos una primera idea», apunta Fagúndez. Descarta el uso del fuego: «No lo recomiendo, en absoluto, porque una quema controlada va a eliminar otras especies que pueden ser competencia y limitar nuevas plantas [de Helichrysum petiolare]. Perder la cubierta del suelo con una quema, lo que provoca es que haya un espacio que pueda ser fácilmente recolonizable por esta especie».

Indica que el origen de la también conocida como planta regaliz (por el olor), «es ornamental, se utiliza en jardinería y se puede comprar fácilmente, y lleva bastante tiempo, desde los años 90, en la costa de Ares, Mugardos y Ferrol». «Probablemente en origen fue de cultivo, y en algún momento se naturalizó, tiene un comportamiento muy invasivo y es una de las especies en las que nos deberíamos fijar de cara a la protección de los hábitats naturales, tiene un comportamiento muy agresivo», incide.

Este investigador de la UDC constata que «no hay evidencia científica de que mate al tojo, sí puede colonizar zonas ocupadas por matorral costero, pero hasta qué grado esa competencia es tolerancia o es una competencia real está por demostrar». «Yo no he visto mortandad en el tojo, pero sí una supervivencia muy alta [de siempreviva, otra denominación común] en áreas de alta densidad de tojo», asevera.

«La cuestión es que es una especie que entra y coloniza bien, ocupa el espacio fácilmente en un hábitat natural, no como otras invasoras que entran primero por cuentas o zonas más alteradas y a partir de ahí van colonizando. A esta planta le va muy bien un sistema que debería ser más resiliente para frena a las invasoras, eso es lo que realmente nos preocupa, la capacidad que tiene de expandirse (aquí, no así en otras zonas de España)», concluye.

Dos estrategias de propagación: por semillas y a través de una red de tallos subterráneos

Jaime Fagúndez describe las dos estrategias de propagación de la Helichrysum petiolare. «Una es la reproducción sexual, la producción de semillas, que en realidad son frutos. Se dispersan por el viento fácilmente porque son pequeñas y están asistidas por el pelo que tienen, y con los vientos de la costa pueden moverse a gran distancia. La planta tiene mucha capacidad de regeneración por esas semillas», explica.

«Pero también tiene mucha capacidad de regeneración vegetativa —subraya este profesor de Biología de la UDC—, crea una red de tallos subterráneos que genera nuevas plantas. Por lo tanto, aunque cortemos, es capaz de regenerar esa parte de la planta que no estamos viendo, que se encuentra en la primera capa del suelo, el primer horizonte de la superficie. Ahí, esa red de tallos se regenera muy bien. Es una de las cosas que estamos observando con la monitorización».

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Le piden un año de cárcel por un incendio forestal que según él no existió: «Estaba quemado de antes»

M. VázquezOURENSE / LA VOZ

A MEZQUITA ·

El acusado, durante el juicio en Ourense M. FERNÁNDEZ

El acusado, vecino de A Mezquita, compareció ante una magistrada de Ourense por una limpieza con fuego de restos forestales que, presuntamente, se habría desbocado

21 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

No son pocas las quemas de restos forestales que acaban en los tribunales. Los descuidos a la hora de sofocar las llamas son relativamente frecuentes y en casos en los que se aprecian indicios de imprudencia por parte de la persona que ha realizado el fuego se pueden emprender acciones judiciales. Es lo que ocurrió con un incendio registrado el 29 de febrero del 2020 en un paraje de Chaguazoso, en A Mezquita.

Los servicios de extinción de la Xunta recibieron un aviso por un posible foco, trasladándose hasta el lugar una brigada. Sobre lo que pasó a partir de ese momento hay dudas. La Fiscalía sostiene que en el lugar de los hechos se estaba realizando una quema de rastrojos que se había descontrolado. El hombre que pidió autorización para esa actividad, sin embargo, niega la mayor y asegura que la zona afectada ya se había calcinado semanas antes.

«Allí no hubo fuego», insistió este jueves el acusado ante la magistrada del Juzgado de lo Penal 1. Admite que el día de autos llegaron hasta el lugar de la quema trabajadores del servicio de extinción, pero no para apagar, sino para comprobar que la actividad forestal se estaba realizando correctamente. «Vino el jefe y me dijo que así era como se tenía que hacer, que no me molestara ni en apagarlo porque no se iba a escapar el fuego», aseguró el investigado. Con todo, él echó tierra sobre los restos que quedaban y luego se marchó a su casa. Dos días después llegaron los agentes de la Guardia Civil para informarle de que iba a ser investigado por incendio imprudente. «Lo que dicen que ardió ya estaba quemado de antes», aseguró, confesando su sorpresa cuando le comunicaron la denuncia.

Dos funcionarios del equipo de investigación de incendios, con base en A Gudiña, dieron otra versión de lo ocurrido. Aseguraron que estuvieron en el lugar de los hechos y comprobaron que la quema se había desbocado a una finca colindante, calcinando 0,3 hectáreas. «El fuego había ardido a su libre albedrío», dijo uno de ellos, confirmando que la brigada de la Consellería de Medio Rural se encargó de acabar con las llamas. Su compañero aseguró que la causa del fuego pudo ser que las llamas quedaran mal apagada.

Un año de prisión

Así las cosas, la pelota está ahora en el tejado de la magistrada. La fiscal del caso vio probada la imprudencia por parte del acusado y reclamó un año de cárcel para el acusado, quien tendría que abonar, cuando se fijen, los gastos de extinción. La defensa, por su parte, se mostró tajante a la hora de pedir la absolución: «No se ha probado la culpabilidad porque no se investigó nada».